Durante gran parte de mi vida, callé, el miedo se había convertido en mi compañero constante, robándome la valentía para alzar mi voz y ser escuchada.

Yo sabía en mi interior que tenía muchas cosas por compartir pero mi voz permanecía ahogada por la inseguridad, el temor a ser juzgada me paralizaba, de hecho muchas veces me sigue paralizando. Me volví experta en esconderme detrás de una máscara, disfrazando mi autenticidad para encajar en lo que creía que los demás esperaban de mí.

Pero creo que todos en la vida, llegamos a un punto en el que el dolor de permanecer en silencio se vuelve más insoportable que el miedo a alzar la voz. Ese punto de inflexión llegó a mi vida en Noviembre del año pasado cuando me di cuenta de que el único camino hacia la libertad era a través del autoconocimiento.

Comencé un viaje profundo hacia mi interior, explorando mis miedos, mis pasiones y mis sueños. Me enfrenté cara a cara con mis inseguridades y a medida que lo hacía me adentraba en mi laberinto emocional y allí descubrí una chispa de autenticidad que ardía en mi ser, aquella chispa que se convirtió en la llama de mi voz interior. 

Y así, con el corazón en la mano y una nueva determinación, comencé a alzar mi voz. Compartir mis experiencias, mis sueños, mi historia y mi camino recorrido con aquellos dispuestos a escucharme. 

Descubrí que mi voz era mi marca personal, mi sello distintivo en el mundo, ahora ya no me importa tanto ser aceptada por todos, porque sé que al abrazar mi propia autenticidad, atraeré a las personas que verdaderamente valoran MI HISTORIA, MI MENSAJE.